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viernes, 29 de abril de 2022

Capítulo #53 - 20000 últimas cenas en una estación en explosión, de Ann LeBlanc


Veintemil últimas cenas en una estación en explosión

por Ann LeBlanc 

Riles Yalten tiene aproximadamente treinta minutos antes de morir, y es justo el tiempo necesario para probar el sitio nuevo de gravlax del nivel dieciséis. Pasa agachándose por la escotilla del personal y se desliza por las aguas veloces y frías del canal de acceso de mantenimiento. Arriba, en la ingeniería de la estación, es probable que su equipo esté empezando a entrar en pánico al haber descubierto el fallo inminente que ella ha ocultado con tanto esmero.

Abajo, en el nivel dieciséis, el local de gravlax tiene una pinta prometedora. El propietario se envara cuando la ve. Sus ojos se deslizan por su cuerpo de arriba abajo. Primero: la cabeza pelona, piel resbaladiza como el moco y la nariz inteligente negra como el metal. Segundo: el cuello con agallas y papada, con los tentáculos utilitarios biometálicos en el lugar de las manos. Por último: las rodillas hacia atrás y los pies con aletas. Gotea, empapada por el canal, arruinándole el suelo. Una pausa se extiende en ese instante, apenas un segundo alargado por la adrenalina. Entonces se dirige al armario y saca un asiento aumen-friendly, y lo coloca en la barra. Riles sonríe, y apunta en su reseña que este sitio es aumen-inclusivo.

Pide una cosa de cada, a sabiendas de que no tendrá tiempo de terminárselo todo. Con fe, al menos podrá probar cada plato y tachar este sitio de la lista. Si no lo hace, tendrá que volver en el siguiente bucle.

El salmón curado, obtenido localmente de las piscifactorías de la estación: es cremoso y salado, el acompañamiento perfecto para la textura crujiente del knäckebröd. Este tiene un toque de salsa de mostaza y eneldo, aquel tiene un poquito de caviar y ralladura de limón. Lo percibe todo: la textura, el sabor, el emplatado, el ambiente y demás, en su memo-aumen.

Mientras toma un bocado del último plato (patatas nuevas con huevas de pescado), las luces de la estación cambian del blanco azulado calmado a un rojo asustado. Los ojos del propietario del restaurante se agrandan, atrapados en la respuesta al pánico, antes de comenzar a recoger su pequeña tienda; violando el protocolo: debería evacuar inmediatamente.

—No se moleste —dice Riles por encima del aullido de las sirenas—. El reactor de la estación va a explotar. Un fallo en la contención de la antimateria. —Da otro bocado—. Así que lo mismo da que disfrute de los próximos… tres minutos. La comida es asombrosa, por cierto.

La mirada de él salta del miedo a la ira y a la confusión. Señala al emblema en el bañador de Rile. ¿No eres parte de los ingenieros de la estación? ¿Por qué no estás ahí arriba, ayudando?

Ella empieza a responder, pero todo lo que sale es un farfulleo, «Oh, blarghle». La copia de seguridad de su memoria le desolla el cerebro como una membrana pestañeante de uñas que atraviesan su conciencia a arañazos. Para cuando termina, el propietario ha desaparecido.

viernes, 8 de abril de 2022

Capítulo #52 - Cuando te piden una foto de la nieve, de Yasmin Silvia Portales Machado.

Cuando te piden una foto de la nieve

por Yasmin Silvia Portales Machado


¿Cómo es vivir en la ciudad de Batman?

Los ojos de Emmanuel brillan a través de la pantalla y Nila no tiene alma para repetirle que esta no es la ciudad de Bruce Wayne, que es solo donde Nolan filmó su trilogía. ¿Qué diferencia es esa para alguien de diez años? Nila no tiene idea, porque a los diez años ella no leía comics capitalistas. Además, las películas son buenas.

Así que Nila sonríe un poco y suspira.

— No me lo he encontrado en la calle, si eso es lo que preguntas.

—Claro que no, tía y Emmanuel resopla como exasperado por su inocente idea.

Eso provoca una sonrisa genuina en Nila.

—Pregunto si la ciudad se parece a lo que te enseñé antes de irte. Tú sabes duda un poco, las esculturas, las sombras, el metro...

Claro, el metro, para la gente de allá la idea de trenes que van por el aire o por debajo de la tierra no deja de ser fascinante. El metro es siempre un lugar especial, en Nueva York, en Moscú, hasta en Bueno Aires. Para su sobrino, el metro de Chicago es lo más cercano a la realidad de Batman y la colección malintencionada y demente que habita Gotham.

—El metro repite ella y sus ojos van a la ventana.