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lunes, 11 de enero de 2021

Capítulo #24 - El hambre de la Virgen, de Cynthia Matayoshi

 

El hambre de la Virgen 

por Cynthia Matayoshi  

La procesión va hacia adelante, siempre. Las llamas cargan a los niños. El resto va a pie, junto a las ofrendas para el sacrificio. Las madres no tienen permitido asistir a la ceremonia que será en lo más alto del cerro. Solo la bruja Tomasa, y algunos de sus vasallos. Es la ceremonia del hambre de la Virgen. El rito de su boca.

La Virgen será invocada en la montaña bajo ciertas condiciones: los niños fueron alimentados con maíz, charqui, llevan miniaturas antropomorfas, piedras sagradas, ropas de alpaca.

Son dos niños de cinco y siete años. La niña pequeña siente un poco de aburrimiento. El niño, en cambio, está orgulloso. También siente vergüenza cuando se ladea arriba de la llama. Se pregunta por qué tiene que separarse de ese hermoso animal, tan blanco. Le gustaría dormir junto a esa blancura.

Las sacerdotisas que los ven pasar les tiran gotas de chicha. Los riegan con cardos, les llenan los bolsillos de cositas sin valor.

La niña está aburrida, tiene odio de tanto aburrimiento. No siente el orgullo ciego de su hermano. Piensa que todo eso es un juego, pero demasiado extraño. Un juego para los hombres, para las brujas y para la Virgen que tiene hambre, eso le dijeron. Se lo dijo su madre, y lloró. Si su madre llora es que el juego es un cuchillo. Se imagina bajando de la llama, huyendo por el cerro y tirándole comida sagrada a los cuervos gigantes. Se pregunta si ella no será una niña maldita, la hija de algún demonio. El aburrimiento se traduce en sudor. Todos sonríen excepto ella: las sacerdotisas, las llamas, Tomasa, las gotas de chicha, los tatuados.

Al subir al cerro, la ceremonia. Que sea breve, que se termine ahora, ya, como si nunca hubiera sido, piensa la chica. El chico, que abajo erguía la espalda, ahora llora. Corren a adormecerlo. Varios tragos de alcohol y hojas de coca, que le den más, dicen, para que se duerma. Lo envuelven y hasta se le escapa una sonrisa. Lo envuelven más.

Algunos ya hicieron la fosa. Tiene el espacio perfecto para sus cuerpos: ni una luz, cuerpos contorsionados, cuerpos revueltos.

Mantas ahora sobre la niña. Cara de niña demonio, ¿qué le pasa? Se niega a tomar la chicha. Invocan a los espíritus, danzan, le rocían el cuerpo con ese brebaje. Alguien la obliga, y termina el miedo. Es la fiesta del hambre de la Virgen, dice Tomasa. La Virgen tiene hambre, quiere niños, los convierte en semi-dioses, ahora serán ángeles. Ahora podrán conceder beneficios a su pueblo.

La niña escucha la voz de Tomasa mientras la introducen en el hueco. Atontada escucha. El niño envuelto en mantas, ya en la fosa, está adormecido. La niña está despierta, Algo alucina, pero ve.

Alguien toma una pala y cubre la fosa, pala tras pala cae la tierra sobre la cabeza como si lloviera al revés. Hay cánticos atolondrados, les arrojan objetos.

Más cánticos.

Ya tienen el cuerpo cubierto de tierra. Ésta se mete en la nariz, la niña respira tierra como antes respiraba pensamientos. Tierra húmeda y arenosa como los cardos. Cerrados al vacío, el aire dura un tiempo para comer palabras.

¡Ahora serán oráculos!, es lo último que oye la niña. Ella se niega a buscar el sueño. Que venga la Virgen y me lleve, piensa, a ver cuándo viene. Mejor despierta. Pero la Virgen no llega y falta el aire.

El pensamiento se vuelve azul. Debajo de la tierra todo huele a chicha y a pis. La niña quiere moverse y no puede, quiere vomitar y no puede, no quedan pensamientos articulados, una luz roja en medio de lo oscuro se abre como una boca. Es lo último que ve. Es la boca del sueño, no de la Virgen. De la Virgen nunca ve la boca. El sueño es un sueño repetido, el de los siete días antes de la procesión: huye por el cerro y les tira objetos sagrados a los cuervos gigantes, pero ahora con una diferencia: los cuervos sonríen.



Psicoanalista y escritora argentina nacida en Buenos Aires en 1971.
 La sombra de las ballenas, su primera novela, se publicó en Argentina en 2019 y fue editada en España en 2020. Escribe narrativa y poesía (tiene publicaciones en diversas antologías, la última dedicada a Olga Orozco: Otras nosotras mismas). En 2020 la novela fue mencionada como uno de los libros recomendados del año en medios locales.

 

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