Esposa, cuchillo, caballo en llamas
por M. L. Krishnan
Para Kalavati, era bien sabido que si una alcanzaba la edad casadera, los padres y las tías y las primas terceras se amontonarían formando hormigueros de preocupación. Se lanzarían misiles en forma de gestiones de relaciones y páginas matrimoniales para echarle el guante a una pareja. Un procedimiento de ajustes tendría lugar: acuerdos, plegamientos y ocultaciones. De pretendientes de segunda con bigotes de segunda y camisas de color beige idénticas. Eso era lo que Kala siempre había creído, siempre había pensado que era tan apropiado y cierto como una mentira repetida con frecuencia.
Hasta que conoció al hombre que era un necrófago, pero también un cuchillo. Hasta que conoció a la mujer que era una deidad, pero también una yegua.