Esta es la primera entrevista a nuestras autoras que publicamos como parte del Verkami que tenemos en marcha para financiar el segundo año de Las Escritoras de Urras.
Elaine Vilar Madruga tiene publicados más libros que los años que tiene. Es una prolífica autora cubana a la que las biografías continúan etiquetado como "joven promesa" cuando ha cumplido ya muchísimo más de lo que alguna vez prometió. Dramaturga de profesión, poeta por naturaleza, no se conforma con llevar una de las carreras más exitosas dentro del mundo de la literatura de género en habla hispana, sino que desarrolla paralelamente un montón de proyectos para dar visibilidad y espacio a los jóvenes que escriben hoy en su contexto. En Las Escritoras de Urras hemos publicado su relato "Amarás a tu madre por encima de todas las cosas".
¿Cuándo comenzaste a escribir?
La respuesta a esta pregunta podría dividirse en
dos momentos, en dos instancias de sentido. La decisión de ser escritora me
llegó muy temprano en la vida: no tenía más de siete años y ya sabía que mi
destino era nadar en las aguas de la escritura e intentar llegar a esa otra
orilla posible. Y era una decisión muy seria y hasta cierto punto “ilógica”
porque, con siete años, ¿qué puede saberse de la vida? Pues yo sí sabía algo:
quería escribir. El segundo momento decisivo fue mi irrupción en el mundo
profesional a la también temprana edad de dieciséis años, cuando el primero de
mis libros —una cuentinovela de corte distópico— resultó mención única en un
certamen de importancia para la literatura joven en mi país. Desde entonces, la
ciencia ficción y la fantasía han formado parte de mi vida; diría más: parte
inseparable. Miro la realidad desde este ángulo, desde la fractalidad de lo
posible, que enriquece sin dudas mi visión del mundo y la hace menos plana, le
confiere dimensiones. Develar esas dimensiones a través de la palabra ha sido
mi principal búsqueda. Y que conste, es una búsqueda difícil, una especie de
laberinto en el que existe mucha zozobra pero también adrenalina. La escritura
es el deporte de mi mente.
¿Cuáles crees
que son las ventajas y las desventajas del relato corto?
Es un género en el que, lo confieso, me es duro
encontrar una justa medida. Siento que mi trabajo, que mi estilo, propiamente
dicho, es más efectivo en la novela o la dramaturgia. La brevedad del relato me
obliga a la síntesis, lo cual puede ser una baza de triunfo o de derrota. ¿Las
ventajas?, pues la capacidad de resumir un universo de referencias en pocas
páginas, la creación de un mundo autoconclusivo; el relato corto ayuda, además,
a que los personajes se construyan con una mayor solidez, vienen en un formato
“semilla”, con toda la potencialidad adentro, muchas veces se trata una potencialidad
no totalmente revelada y que el escritor debe ofrecer a cuentagotas, con buen
tino y mucha mesura e instinto.
Las desventajas, para mí, se concentran justo en
ese instante en que me apetece muchísimo escribir unas ochenta páginas más
sobre la historia de ese universo, de ese personaje en particular. Es un
momento de no retorno. Ni les cuento las veces que un cuento se me ha
transformado en un germen de novela.
¿Por qué
escribes literatura fantástica? ¿Qué te permite esta literatura en oposición a
la realista?
…porque, en el universo simbólico de la escritura, soy
una criatura de fidelidades. Siento que lo fantástico es mi terreno, el
fragmento de la realidad que me corresponde explorar a través de la palabra.
Además, y esto es puramente sensorialidad, es que me siento fabulosa cuando
escribo fantasía y ciencia ficción. El mundo real tiene espacios cerrados. A
veces muchos. Y yo soy una criatura de libertad. No me gusta que la realidad me
constriña o que ejerza presión sobre mi escritura. No rechazo lo real, pero me
gusta condimentarlo, llevarlo a tintes grises. El cruzamiento, la zona de la
encrucijada donde la realidad y la fantasía se combinan, es mi lugar, es mi
casa. Porque en nuestro presente, en nuestra historia personal, ¿acaso no
sucede siempre así?
¿Sientes que
tu escritura ha sido influenciada por otras autoras de tu contexto? ¿Cuál es el
estado de la literatura fantástica escrita por mujeres en tu país?
Soy de las que cree que ninguna escritura, así sea
la más original de todas, se crea en el aire. Todas partimos de una sustancia
anterior. En mi caso, esa sustancia que me precede, aparece no solo en las
escrituras de ciencia ficción o fantasía, sino también en la poesía, en la
dramaturgia, en el periodismo narrativo. Creo que una parte de mis esencias le
deben muchísimo a Daína Chaviano, a Gina Picart, a Lina de Feria. Y te menciono
solo tres, por aquello de que la trinidad tiende a lo mágico, y centrándome solo
en mi contexto regional más próximo.
Soy un poco cáustica con respecto a la segunda
pregunta. Creo que hay algunas buenas creadoras en Cuba, pero muy limitadas por
el contexto geográfico y con escrituras muchas veces localistas. Falta, y es mi
humilde opinión, exposición a la realidad internacional, al mercado, a lectores
que no sean los del círculo cerrado de un fandom nacional, un aparato crítico,
faltan miradas hacia el horizonte. Esa es mi mayor preocupación: que las
escritoras, que los escritores no sean capaces de ver qué existe más allá del
ángulo de una geografía o de una isla.
¿Cuál es la
génesis del cuento de tu autoría que presentamos en Las Escritoras de Urras?
Cuéntanos alguna curiosidad o anécdota que te haya sucedido y que lo involucre.
El cuento tiene que ver con una de mis obsesiones:
la relación del niño con el mundo que lo rodea, y la relación del niño con sus
adultos en un contexto determinado, y en una época de crisis. Quienes conozcan
un poco de la historia reciente de Cuba, entenderán porqué el concepto crisis e
infancia son tan importantes para mí. Yo nací a las puertas de un “apocalipsis”
social y económico del mundo socialista, y crecí inmersa en esa realidad que
era un poco guerra, supervivencia, una realidad tan fantástica que a veces la
cuento y, al escucharme, me parece inmensamente surreal. De alguna forma, mi escritura,
o gran parte de ella, ha estado encaminada a intentar una comprensión parcial
de ese ángulo de la vida que me tocó experimentar; diría más, de ese ángulo de
la historia que le correspondió conquistar o negar a mi generación. El resto es
matiz, matriz.
Con el cuento me ha sucedido que, al leerlo, muchas
personas me han comentado que no saben bien a qué género pertenece, ¿terror?,
¿fantasía?, ¿ciencia ficción?, ¿híbrido? Me gusta, sí, que mi creación sea
liminal, que tenga abiertas muchas ventanas y puertas, y que estas provoquen e
invoquen al lector, que le gesten más incertidumbres que certidumbres. Porque
nosotros, los escritores, trabajamos con la materia que gesta a la zozobra.
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