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jueves, 29 de octubre de 2020

ESPECIAL VERKAMI #09 - Entrevista con Giovanna Rivero, autora de "Yucu"


 Esta es una de las entrevista a nuestras autoras que publicamos como parte del Verkami que tenemos en marcha para financiar el segundo año de Las Escritoras de Urras.

Giovanna Rivero es una de las escritoras bolivianas más destacadas de la contemporaneidad. Los imaginarios que maneja en su literatura beben mucho de los clásicos, poseen una tesitura que remite al gótico, pero lo actualiza y lo recontextualiza a partir de su propia tradición cultural y escritural. 

¿Cuándo comenzaste a escribir?

Comencé a escribir hace muchísimos años, probablemente en la escuela primaria, cuando me fue posible comenzar a leer. Considero que esos balbuceos creativos de niña iniciaron mi búsqueda. El deseo es el comienzo de todo.

 

¿Cuáles crees que son las ventajas y desventajas del relato corto?

No lo pienso en esos términos.  Creo que algunas historias piden definirse en una extensión más breve que otras, tal vez porque su intensidad se disiparía si uno le da más largas. Las historias en las que una imagen epifánica constituye su corazón, por lo general, respiran mejor en un relato corto. 

 

¿Por qué escribes literatura fantástica? ¿Qué te permite esta literatura en oposición a la realista?

Ahora tengo la certeza de que esa oposición es una falacia. La realidad, en su actual y terrible inverosimilitud, nos lo ha demostrado. Creo que las escrituras de lo fantástico y de la ciencia ficción integran el realismo, lo incorporan a sus mundos, en el sentido de que todo lo que a estos grados del siglo XXI podamos imaginar con la más atrevida desmesura probablemente ya esté sucediendo. La ingenuidad se ha roto. Y por eso creo que ambas sensibilidades, el realismo y el fantástico, están atravesando una crisis interesante que obligará a ambas a repensar sus territorios y sus modalidades. Siempre me convocaron estas formas,  la ciencia ficción y el fantástico, porque me permitían y me permiten darles voces a sujetos que el realismo probablemente no movería de la quieta y muda enunciación de sus reinos, como los árboles o los animales. El fantástico nos invita a una nueva fabulación del mundo, a recontar mil veces el génesis, a articular una nueva historia natural. Esa libertad me parece preciosa.


¿Sientes que tu escritura ha sido influenciada por otras autoras de tu contexto? ¿Cuál es el estado de la literatura fantástica escrita por mujeres en tu país? 

Con honestidad, debo decir que no, al menos no al comienzo, pero no porque no existan esas escrituras de mujeres en mi país que podrían haber dejado una huella honda y temprana en mi escritura, sino por mi culpa. Fui yo quien se acercó tardíamente a sus propuestas, y es que su difusión editorial contemporánea, en este siglo, es relativamente reciente. Eso, claro, no es excusa para no haber indagado más en sus obras, pero incluso como lectora uno atraviesa un proceso de maduración, que pasa por saldar esas terribles deudas. Sin embargo, probablemente estas mujeres dejaron su marca en mi imaginación de la forma cuántica en que lo hace la ciencia ficción, subvirtiendo el orden temporal. Y en ese sentido, sí: hubo un par de textos que iluminaron mis búsquedas. Me refiero, por ejemplo, a un cuento específico de Adela Zamudio, de una osadía maravillosa: "El vértigo", que narra una sociedad jerárquica de invertebrados en el mundo de osamenta de un cadáver. O El occiso (1937), de María Virginia Estenssoro, cuya observación del cadáver del amado es más que transgresora. De hecho, ahora que me doy cuenta, en mi último libro de cuentos, Tierra fresca de su tumba (2020), yo también tengo un personaje que observa y habla con el cadáver de un amado. ¿Cómo puedo decir que no me han influido, así llegue a esa conclusión mientras respondo esta pregunta? ¿Cómo puedo decir que no, cuando ese gótico iniciático estuvo siempre ahí, corrompiendo con delicia el aire de esta contemporaneidad? Es el mismo aire que respiran otras escritoras bolivianas con una gran capacidad para recrear estos mundos oscuros y pulposos del fantástico, como Liliana Colanzi, Blanca Elena Paz o Claudia Michel.


¿Cuál es la génesis del cuento de tu autoría que presentamos en Las Escritoras de Urras? Cuéntanos alguna curiosidad o anécdota que te haya sucedido y que lo involucre. 

Escribí ese cuento por encargo. Un proyecto de publicación en España me escribió para pedirme un cuento sobre una comida típica boliviana. Tenía muy claro el plato sobre el que deseaba escribir, pero no podía encontrar cómo insertarlo en un relato sin que pareciera una prótesis. Mi marido me dijo: ese plato suena tan apetitoso que se lo comería hasta un vampiro. La verdad, no sé por qué dijo eso, pero activó la clave y a partir de allí fue entregarme a su escritura. Eso sí, siempre deseé empezar a crear una vampira niña porque me había conmovido mucho una confesión de Anne Rice sobre la púber eterna de Entrevista con el vampiro, esa niña que no es otra que su hija muerta. El proyecto de España me pagó muy bien por el cuento, pero creo que nunca llegaron a publicarlo. Tal vez no les gustó mucho mi vampirita. 

 


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