La Matina
por Marilinda Guerrero
Gracias Gatito
Mi abuelo era un ser híbrido. A veces lo recuerdo alto, otras bajo, ni alegre ni amargado. Su mirada estaba marcada por unos ojos delgados, pequeños y oscuros que me hacían tartamudear. Sus manos largas con venas marcadas simulaban ser garras. Intimidaban mucho cuando las empuñaba. Su rostro y orejas alargadas, arrugas en la frente, pocos dientes al reír. Me recordaba a un coyote enfermo, de andar lento. La joroba (no la vida) lo había hecho agachar la mirada. No tengo recuerdos de salidas con el abuelo. Los que tengo son recuerdos ajenos que me contaron.