Las matemáticas del país de las hadas
por Phoebe Barton
Si tuvieras un motor de curvatura, sería fácil. Las matemáticas son raras de la misma forma que las líneas ley son raras: invisibles pero adivinables. Has logrado escalar montañas más adustas, dedo a dedo. Ya has realizado las compensaciones para el movimiento estelar, la curvatura espaciotemporal y la congruencias hiperespaciales. Has tachado cientos de ecuaciones escritas con tinta de un azul frío como el de los jacintos y las has amontonado en un calcetín de punto bajo la cama, un lugar donde solo a Berenice se le ocurriría mirar. Las ecuaciones que te dirían exactamente dónde tienes que cortar para crear un agujero entre mundos, si tuvieras el cuchillo correcto. Podrías traer a Berenice de vuelta a casa.