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Las muertes horribles de Helga Hrafnsdóttir
De Christine Tyler
El día que Helga Hrafnsdóttir trepó el árbol Ævilok, la
aldea al completo contuvo el aliento. Desde el momento de su nacimiento, el Ævilok
que crecía al lado de la casa de Helga había dado unas flores horribles. Solo
en la primera semana, cualquiera que tocara las flores de su Ævilok tenía
visiones de sus mantas asfixiándola, su hermano dejándola caer, y un
zorro sacándola a rastras de la cuna y atacándola. Durante aquellos días,
la madre de Helga mantenía las puertas cerradas con llave, taponando las
grietas, no dejaba que nadie cogiera a la niña, y apenas dormía. Vigilaba cada
capullo que amarilleaba, tocaba cada flor para ver qué nuevos horrores tenía
que ahuyentar. Una vez que Helga sobrevivía a las premoniciones, las flores se
marchitaban y caían sobre la hierba cubierta de escarcha. Gracias a la vigilancia
de su madre, Helga Hrafnsdóttir sobrevivió todas las malas fortunas de su
infancia. Pero desde aquella época en adelante, todo el mundo supo que la chica
estaba destinada a un sino espantoso.